¿Os acordáis de qué era la mermelada del desayuno de esta mañana? ¿No? Dejo de mandaros las crónicas, que no sois lectoras fieles. Sííííí, ¡Era de fresa!.
Nos toca otro día de mucho viaje. 800 km. Salimos de Martigues (cerca de Marsella) y tenemos que llegar a Padova (Padua). Todo el día en el bus. ¿Pensáis que no habrá nada que contar? Os equivocáis. Las caravanistas tienen tantas ganas de charlar y compartir que Eli y yo, encargadas de la animación del bus, no sabemos como gestionar tanta participación. También hay gente que quiere echar siesta, leer o charlar. ¡Qué pretensión!.
Empieza Aurora explicándonos una guía de buenas prácticas en los espacios de participación. Todas estas cosas que, por supuesto, nosotras, blancas activistas curtidas, tenemos superadas. La realidad de nuestras asambleas, sin embargo, supera a veces la ficción. Por ejemplo, sigue Aurora, al empezar una asamblea, intentemos que la primera intervención sea de una mujer, si alguna lo ha solicitado. Esta demostrado que si es así, más mujeres intervendrán a lo largo de la misma. Así de sencillo. En este bus, el 71 % de las personas somos mujeres, así que, por si acaso no procede, ningún hombre se atreve a coger el micrófono. Eli nos da las aportaciones de la comisión de cuidados: no repitamos ni invalidemos opiniones, fomentemos la participación de las minorías, que nuestro humor no sea nunca reírnos de otras personas.
Cris nos recuerda también que no saquemos fotos de personas menores, que las personas que tienen experiencias migratorias son sujetas de derechos y no objetos para fotografiar. Respetemos el derecho a la intimidad de las personas.
Salvo en mis crónicas, por supuesto, donde os voy a nombrar (quién quiera aparecer con apodo, que me avise cuanto antes), además me voy a repetir hasta aburriros, y tampoco os voy a dejar participar, aunque pertenezcáis a alguna minoría. Primera parada, tenemos 25 minutos para mear, coger agua, tomar café, estirar las
piernas, charlar y fumar (podemos elegir el orden de los factores e incluso prescindir de algunas de las acciones, que luego no digan que no somos inclusivas). Soy una caravanista veterana así que salgo rápidamente y me coloco entre las
primeras en la cola para ir al baño. Me encierro, satisfecha de mi egoísta gozo, cuando oigo una voz en la letrina vecina: “papá, papá”. Una niña francesa está encerrada y no logra salir.
¡Venga ya! El oficio de traductora me persigue hasta los lugares más insospechables. Las compañeras se afanan para liberarla mientras voy en busca de la familia. Encontramos a su papa y salen abrazados. A veces los cuentos acaban bien. Me queda tiempo todavía para sacar un café así que me acerco sigilosamente a las máquinas y, reuniendo entre varias caravanistas las habilidades necesarias: acuidad visual, conocimientos lingüísticos y cafeteros, nivel B2 en interpretación de simbología, paciencia y agilidad numérica, intentamos sacarlo. ¡Fracaso estrepitoso! Había marcado la opción “tengo mi propio vaso”, y metido el dinero indicado pero la máquina se traga sin piedad mi moneda y mi vaso de plástico y no pretendió darme a cambio ni una gota de café. Marca un mensaje tipo “error 404” y vuelve al inicio, a su impertérrita cara plastificada, como si no hubiese ocurrido nada. ¡De aquí no saldré sin mi vaso! Ya me he quedado sin gorra y sin plato, esta vez resistiré hasta el final. El amable dependiente libera a mi vaso de las garras implacables y lo rellena con un delicioso expreso doble. Renunció con un poco de pena a organizar una concentración delante del supermercado y vuelvo dócilmente al autobús.
Los pocos ratos en los que no tengo los ojos absorbidos por la pantalla del ordenador (por vuestra culpa, dicho de paso), veo desfilar los hermosos paisajes de Niza, Saint Tropez, Mónaco. Poco a poco entramos en Italia por Liguria, sus olivos, sus pueblecitos arrimados al monte. Es la zona del mundo con más túneles así que las charlistas sacan las linternas para poder seguir con las intervenciones. Alaitz, Dahiana, Asier y Bego nos comentan la situación de Palestina y varias acciones exitosas contra empresas vinculadas al sionismo, entre ellas la CAF. Cuidado, no confundamos Construcciones y Auxiliares de Ferrocarriles con Caravana Abriendo Fronteras. Cantamos habaneras anti-sionistas en euskara y más adelante bailaremos la dabka palestina en sueco.
Escuchamos textos de Izet Sarajlic, el poeta más conocido de los Balcanes. «Si he sobrevivido a todo eso, dice, es gracias a la poesía» «Yo pertenezco a aquellos que creen que del lunes hay que hablar el lunes, es probable que el martes sea demasiado tarde. Obviamente es difícil estando en la cantina, mientras caen los proyectiles escribir poesía, La única cosa más difícil es no escribir”
Medio día: Jon nos alegra con el anuncio de una pausa de una hora para comer. Desplegamos en una mesa de madera a pleno sol todas las viandas de ayer (o sea, compradas anteayer): empanada, ensaladas envasadas, carne albardada, cerezas, melones…. En los tres minutos que nos quedan, ensayamos el primer paso para bailar la dabka. Una hora de parada da para todo. Volvemos a subir al bus y varias voces reclaman ejercicios de relajación y estiramientos pero hacemos oídos sordos e, implacables, seguimos con el programa de charlas. Después de una hora de siesta (somos unas blandas), Jesús nos comenta la situación del Sáhara. Reflexionamos sobre la responsabilidad histórica del Estado español, los chantajes que realiza entre esa guerra colonial y los negocios de la frontera sur, el expolio de los recursos naturales.
¿Cómo puede ser que una familia refugiada en los campamentos de Tinduf reciba sólo una lata de pescado al mes cuando al mismo tiempo las empresas españolas sacan cada día cantidad ingentes de pescado? Mustafa se levanta como un resorte y nos pide que no nos olvidemos de la colonización del Rif, insiste en la complicidad y voracidad de los españoles y franceses en la relación con Marruecos y gestión de la migración.
El viaje sigue, ponemos un poco de música, alegre y combativa, una lista preparada por las compañeras de Cantábria. Antes de llegar, damos las últimas recomendaciones sobre el programa. Vamos a llegar a la abadía de Carceri donde pasaremos la noche. Desgraciadamente, no podremos llegar como estaba previsto para el último día del festival
de Sherwood en Padua. Es uno de los festivales independientes más conocido, y dura un mes. Ya que no podremos escuchar ni a Margherita Vicario, ni a Gaia Morelli, ni a Subsónico, os los pongo para que podáis disfrutarlos.
En las últimas recomendaciones, hacemos autocrítica.
1. Compañeras, tenemos que ser conscientes y consecuentes. Ayer en Martigues, hemos utilizado vasos de cristal para tomar el vino blanco en vez de utilizar nuestros vasos reutilizables, ocasionando mayor trabajo a nuestros anfitriones. ¡Muy mal! ¡Es que el vino blanco fresco no sabe igual en vasos plástico! Más grave hubiese sido no apreciar el vino, una herencia de los etruscos, griegos y romanos.
2. Los váteres se han atascado. ¡Venga ya! ¿También va a ser nuestra culpa? ¿Les hemos mirado de forma paternalista? ¿No hemos tenido en cuenta su diversidad funcional? ¿No sera más bien porque les hemos dejado en estado de injusta minoría, dos baños para 150 caravanistas? Por mucho cariño que les brindemos, la tarea estaba encima de sus
posibilidades. Llegamos a la Abadía de Santa María delle Carceri y disfrutamos de las luces del atardecer. Esa abadía del siglo XII acogía a los peregrinos que llegaban del norte de Europa y se dirigían a Roma y sigue con la tradición de acogida impulsada por la orden de los frailes calmadulenses. Instalamos nuestras colchonetas y sacos de dormir en amplias salas alrededor del magnífico claustro renacentista mientras otros compañeros montan sus tiendas al lado del
pórtico de hierro forjado. Las compañeras italianas nos han preparado la cena y vamos charlando en grandes mesas corridas alrededor del claustro. Eso sí, hoy no hay vasos de cristal para el vino, así que no vamos a pecar.
Un amplio claustro con hierba fresca y suave, 195 caravanistas entusiasmadas, una megafonía. ¿Qué hacemos después de cenar? ¡Un taller de dabka por supuesto! Elegimos la versión original, en sueco, de la canción “leve palestina och krossa sionismen” del grupo palestino sueco Kolifa. Así no tenemos que discutir que si la ponemos en catalán, en
euskara, en bable (hay un caravanista asturiano y tenemos que respetar a las minorías), en castellano, en árabe, en gallego. No hay caravanistas gallegas, que yo sepa, pero ¿Y si las hubiera?. Vladimir coge seguido su flauta y acordeón y, tal el flautista de Hammelin, nos pone a todas y todos a bailar ritmos varios de la península. Aprovecho para irme a dormir con esa suave música de fondo.
Os dejo con la música y esos versos de Izet Sarajlic, el poeta bosnio ya citado más arriba, que escribió sus primeros poemas coincidiendo con el final de la segunda guerra mundial, en la que las Camisas Negras fascistas fusilaron a su hermano Eso. A Vlado Dijak “Menos mal, Vlado, que estas en Bari en Pudlogovi y en Sarajevo todos los bares están cerrados. En Bosnia Encontrar un vaso de grappa es incomparablemente más difícil que encontrar la muerte!”
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