Seis y media de la mañana, camping de Bihac. Tranquilidad absoluta. Encuentro un enchufe en la ducha, pongo a cargar el ordenador y el teléfono. Respiro profundamente. Hoy tampoco me quedaré sin batería. Mientras se alimentan ellos, aprovecho para ducharme. Ya estamos los tres preparados, son las siete de la mañana y el bar esta abierto. Pido un expreso y empiezo a escribir: con wifi, mesa, espacio y tranquilidad. Lanzo una mirada furiosa a cualquier caravanista que se acerca con sonrisa y ganas de hablar. Hoy dejaremos Bihac, volveremos a cruzar las fronteras de Bosnia con Croacia y de Croacia con Italia para llegar a Trieste.

Los integrantes de Carovane Migranti nos esperan al borde de río Una con el desayuno preparado. ¿Cuándo duermen? Cuando nos levantamos, ya están preparando todo, y cuando nos acostamos todavía están reunidos preparando la etapa siguiente. Antes de que subamos al bus, se acercan voluntarias de No Name Kichen. Esta organización nació en el invierno de 2017 en Belgrado cuando un grupo de personas voluntarias comenzo a cocinar para las miles de personas que permanecían atrapadas tras el cierre de las fronteras. También recogen testimonios y denuncian el sistemático uso de violencia en las fronteras. Recogen muy satisfechos los analgésicos y el material de cura que nos habían pedido traer.

La acción humanitaria no nos gusta, tenemos pánico a caer en el asistencialismo, pero no pasa nada si en nuestras mochilas viajan unas pocas medicinas junto a los libros de poesía palestina, el libro rojo de Mao, la biografía de Trosky, el traje de baño, y las cizallas para cortar las alambradas. El programa de hoy incluía visitar los centros de de acogida temporal de Lipa y Borici pero las asociaciones locales, ayer, nos lo han desaconsejado. Piensan que nuestra presencia puede traer más problemas que ventajas a las personas migrantes. Las autoridades bosnias mandan allí a las personas desalojadas de viviendas ocupadas en Bihac y, sobre todo, a las personas devueltas en caliente en la frontera croata, de forma totalmente ilegal. Se les niega de esta manera la posibilidad de pedir protección internacional en Croacia. Esas devoluciones se acompañan muchas veces de más ilegalidades y vejaciones: robo de su ropa o dinero, destrucción de los teléfonos móviles, a veces incluso sustituir sus zapatos por tallas más pequeñas para provocar lesiones. También se dan casos de humillaciones sexuales, y todo empeora para personas que pertenecen a minorías sexuales.

Lipa es un centro para hombres y Borici para mujeres y menores, o sea que se dividen a las familias. Allí, el tiempo se para, los derechos se vulneran y las solicitudes de asilo se estacan. El ambiente es carcelario. Lipa esta situado a 25 kilómetros de Bihac, en medio de la campiña bosnia. Las personas que están en estos centros han protagonizado varias huegas de hambre. En todo caso, cuando estamos en Caravana, son las organizaciones locales las que tienen la
última palabra, son las que conocen, definen, y luego pagarán las consecuencias. Así que si nos dicen que no vamos, no vamos. Nos vamos al monumento de Garavice, al que no pudimos ir hace dos días al retrasarnos mucho en los pasos fronterizos. Viajamos siempre cuatro buses: el de Carovane Migranti, el de Madrid y Andalusía, el de Països Catalans y el del Norte donde estamos nosotras. Jon nos espabila un poco para que subamos ya a bordo. Nuestro chofer, Jon El Moldavo, asume cada vez más funciones: vigila el horario, nos echa la bronca si llegamos tarde, tramita nuestra documentación en las fronteras, ya se sabe casi todos los nombres, nos cuida a todas.

Lo único que no soporta, es que cada una le preguntemos todos los días si ha dormido bien. Puede resultar un poco fastidioso responder 75 veces a la misma pregunta. Es amable, preciso y práctico, dentro de pocos días nos organizara las protestas y concentraciones. Habla también ruso y francés. Menos mal que no habla italiano sino ya le tendriamos de traductor. ¿Y quién iba a conducir el bus? Ya dentro del bus empieza nuestro ritmos de charlas y compartir vivencias:
Aurora nos comparte un texto de Primo Levi: “ Y sin embargo cualquier hombre civilizado debe saber que Auschwitz ha existido y conocer qué se perpetró allí. Si comprender es imposible, conocer es necesario,…., Auschwitz esta fuera de nosotros pero está a nuestro alrededor, está en el aire. La peste ha remitido pero la infección aún culebrea: negarlo sería de ciegos. En este libro se describen sus síntomas: el desconocimiento de la solidaridad humana, la indiferencia obtusa, cínica ante el dolor de los demás, la abdicación del intelecto o del sentido moral ante el principio de autoridad y, principalmente, en la raíz de todo, una vileza abismal, oculta tras la máscara de la virtud bélica, el amor patrio y la fidelidad a una idea.”

Pedro Ramiro, del Observatorio de las Multinacionales de América Latina, viaja con el bus de Madrid pero le pedimos que se suba al nuestro para impartirnos una charla. Empieza con una pregunta:
¿Cuál es la agenda estratégica de la UE? Parece muy interesante, pero llegamos a la frontera (no me acuerdo cual), y tenemos que salir con el pasaporte entre los dientes. Esta vez pasamos sin mayor problema, pero uno de nuestros pasaportes intriga a los aduaneros. Fecha de vencimiento: 9999. “Es normal, nos explica Martín, de Valladolid, nuestro caravanista veterano, cuando pides un pasaporte con 89 años, ya no te ponen fecha de vencimiento.” Por las ventanas del bus, vemos paisajes agrestes y muchas casas inacabadas: han sido destruidas durante la guerra, la gente ha migrado y manda dinero poco a poco para restaurarlas. Pedro ha tenido que volver a su autobus, el título prometía mucho pero no sabremos nunca cuál es la agenda estratégica de la UE. ¿Alguien sabe?.

Garazi nos ofrece una clase de italiano básico:

¿Cuáles son los diferentes tipos de cafés? macchiato, expreso, capuchino..
¿En qué consiste cada uno?
¿Cómo cantar Bella Ciao sin estropear ni la letra ni la pronunciación?

Llevamos nueve caravanas cantandola pero todavía no nos la sabemos. Propongo que para la próxima Caravana hagamos un test de selección que incluya habilidades: saber cantar Bella Ciao, bailar la dabka, tocar algún instrumento, leer poesía, componer versos, hacer flores de papel para los actos, tener letra bonita para escribir pancartas. Bueno, el arte no lo es todo, saber fregar con agua fría, limpiar los váteres e inflar colchonetas también es importante. Llegamos al monumento de Garavice de homenaje a las víctimas del fascismo de la segunda guerra mundial.

Eric Gobetti, el historiador italiano especializado en fascismo, resistencia e historia de Yugoslavia, que escuchamos en la abadía de Padova hace tres días, nos comenta el contexto: “Los nacionalistas serbios y croatas se aliaron con los nazis contra el pueblo, fue una advertencia de lo que pasaría después con la limpieza étnica en la guerra de los Balcanes. Los
Partisanos, con Tito a la cabeza, se enfrentaron a los fascismos locales e italianos y liberaron el país para formar la Republica Socialista de Yugoslavia. El de Garavice es uno de los muchos monumentos que recuerdan esa lucha. Mientras duró Yugoslavia, eran sitios muy visitados, lugares de educación y cultura, pero ahora varios han sido abandonados, destruidos o caen en el olvido. Ya no son un eje de construcción de las identidades y de la ciudadanía.”
La frase grabada en la piedra: “La vida es más fuerte que la muerte, la justicia es más fuerte que el crimen y el amor es más fuerte que el odio” Es el nexo de unión entre las luchas pasadas contra el fascismo y la lucha actual por el derecho de las personas migrantes.

Recitamos poesía, depositamos flores de papel y entonamos varias canciones para rendir un homenaje “Bella ciao” “Bandera rossa”, y varias canciones republicanas. Terminamos con la entrañable melodía de una canción montenegrina que entona Sabina Talović, junto a otros compañeros. “Po sumama i gorama nase zanukye ponosne lov cere partizana slavu borbe pronose”. “Después de las cimas y las montañas, la orgullosa lucha de los partisanos habrá triunfado” Volvemos a subir al bus. Seguimos sin saber cuál es la agenda de la Unión Europea, aunque con todo lo que escuchamos en el viaje, algo podemos intuir. Llegamos a Trieste, donde pasaremos los últimos tres días del viaje. Esta situada en el norte de Italia, en la frontera con Eslovenia, y siempre ha sido una ciudad de fronteras. Su historia fue enriquecida por varias religiones que aún hoy se concentran en algunas iglesias católicas y greco-otodoxa, serbo-ortodoxa, y varias sinagogas. Es la puerta de entrada a la Unión Europea.

Desde hace varios años, Gian Andrea Franchi y Lorena Fornasir han formado Linea d ́Ombra, que ayuda a las personas en movimiento de la ruta de los Balcanes. Todas las tardes, les están acogiendo en la plaza del Ferrocaril, rebautizada “Piazza del Mondo”: sanan las heridas, organizan cenas, recogen medicinas y material, apoyado por otras
asociaciones locales. Para cenar, los compañeros de Carovane Migranti nos mandan a un restaurante en la misma plaza. La familia que lleva el establecimiento participa activamente en la acogida de las personas en movimiento. Al terminar, nos informan que un grupo local esta organizando una acción rotativa en varias plazas de Trieste para concienciar sobre el problema de la gente que tiene que dormir en la calle. Nos proponen acudir. ¡Allí vamos! A protestar contra la agenda de la Unión Europea, que cada vez entendemos mejor, sin necesidad de charla. Nos tumbamos con ellos en la plaza, es lo que mejor hacemos, solo que con los años nos cuesta cada vez más levantarnos. A mi lado, más de una compañera se queda dormida. Al terminar, vamos a la iglesia de San Pedro y Pablo que nos abre sus puertas para poder
descansar. Compartimos el espacio con un grupo de boy-scouts. La ducha es original, en el mini jardín, afuera, han colgado un tubo de plástico encima de un balde. No nos entusiasma el sistema, somos unas cuarenta personas, hace calor, el espacio es pequeño.

Vamos a relativizar nuestra situación con otra poesía de Mosab Abu Toha

“Quisiera poder despertarme
y que hubiera electricidad todo el día
quisiera poder escuchar a los pájaros
cantar de nuevo
sin disparos ni zumbidos de drones
quisiera que mi escritorio me llamara
a asir mi pluma y escribir de nuevo
o por lo menos sumergirme en una novela
revisitar un poema, o leer una obra de teatro.
A mi alrededor no hay nada,
salvo muchas paredes y gente sollozando en silencio”

Parar el genocidio de Palestina no entra en la agenda de la Unión Europea.
Ni exigir el respeto a la Convención de Ginebra para las personas refugiadas.
Ni defender el derecho al movimiento previsto por la Convención Europea sobre Derechos Humanos.
Ni poner fin al holocausto migrante, cuando ya son más de 30.000 las personas que han muerto en las fronteras de la UE desde 2014.
Ni exigir justicia para Edna, Edwin, Jhonatan, Marina, Mawda y Torpekai