En la Iglesía San Pedro y Pablo de Trieste donde hemos pasado la noche, desde la madrugada, nos vamos turnando en la ducha, que ya no nos parece tan terrible, el frescor del agua que sale del tubo ligeramente calentada por el sol naciente compensa la falta de precisión y el viento que la lleva donde quiere. Estamos unas sesenta caravanistas y un grupo de jóvenes scout. Les miramos con ternura, algunas de nosotras hemos sido scout, con su programa bien preparado, sus pantalones cortos y pañuelos, sus monitores, sus largas caminatas… Ellos sin embargo nos miran un poco asustados. ¿A lo mejor no quieren convertirse en viejas activistas escandalosas, o piensan que van a ser siempre jóvenes?. Jon y su maxibus nos pasan recogiendo y nos lleva a pocos kilómetros de Trieste, a Gradisca. En este lugar aislado están por una parte el Centro de permanencia temporal (un centro de acogida clásico, abierto) y al lado el Centro por la Repatriación y el asilo (CPR, el equivalente de un CIE en el Estado español). Están el uno al lado del otro. Si las cosas no ven bien en el primero, es muy fácil que aparezcas en el otro.
Hemos llegado, el bus para y bajamos justo delante de ambos centros. Nunca me da tiempo a todo: ponerme los zapatos, guardar el ordenador, coger la botella de agua, sacar de la mochila, meter, sacar, añadir, quitar… ¡¡Me he dejado mi visera Ongi Etorri en el bus! Grave despiste ya que vamos a estar dos horas gritando a pleno sol. Tengo la protección
solar, el cargador, pañuelos de papel, tickets de la comida de mañana, dos bolígrafos, media botella de agua tibia, la libreta de apuntar, pero me falta lo esencial. Kris, que a lo largo de la semana se ha convertido en una auténtica técnica de sonido, baja el enorme bafle, ajusta los micrófonos y empezamos a gritar:
“No guerra ai populi no guerra ai migranti”
“Nessuna persona e illegale” (nadie es ilegal)
“Tutti siamo antifasciti” (todos y todas somos antifascistas)
Freedom, hurria (en árabe), libertad.
Tuto per la vida, niente per la guerra (todo por la vida, nada para la guerra)
Li dabante torturano la gente, nessuno di voi può essere innocente (allí delante torturan a la
gente, nadie de vosotros puede ser inocente).
Pero la que más me gusta es esa, que viene dibujada, muy colorida, en una pancarta:
Meno meloni, piu angurje (menos Meloni y más sandías)
Estamos delante del edificio del centro de estancia temporal. Enfrente, policía, y también un grupo pequeño de residentes que ha salido a escucharnos. Una delegación de la Caravana cruza la calle para ir a hablar con ellos.
Alfonso, que lucha contras estos mismos centros en Sicilia, recuerda que catorce migrantes han muerto en los cinco últimos años en los centros de detención de todo Italia. En la Caravana Pirineos-Alpes de 2022, conocimos a Moussa Balde, que se suicidio en el CPR de Turín varios días después de haber sufrido un ataque racista en Briançon. En Gradisca, los suicidios también están a la orden del día, muchas veces después de recibir una sentencia desfavorable a sus peticiones de asilo, y la mayoría de las veces los compañeros de celda son los que evitan el desenlace final. Los muertos tienen nombres, apellidos, familias y sueños ahogados:
Majid el Khodra, falleció el 30 de abril de 2014 tras haber caído del tejado durante una protesta contra el antiguo CIE, lo que desembocaría en el cierre del mismo para reabrir años después bajo el nombre de CPR.
Ezzeddine Anani se suicidó el 7 de diciembre de 2021 mientras estaba en una celda de aislamiento por covid.
Vakhtang Enukidze murió el 18 de enero de 2020 tras haber recibido una paliza por parte de la policía e insuficiente atención médica.
Orgest Turia, el 14 de julio de 2020 por sobredosis, aunque se sabría más adelante que no se trataba de un toxicómano.
El último fue un joven de 28 años originario de Pakistán que se suicidó tras recibir el rechazo de su petición de asilo. No sabemos su nombre. Lo que si sabemos es la desesperación y el dolor de los demás reclusos que piden a
gritos a los miembros de la asociación CPR. NO que se investigue lo que allí ocurre. Cristina, Magdalena, e Isabella conocen la realidad de cerca e insisten en la falta de derecho, en la relación muy estrecha con el recién aprobado Pacto Europeo sobre Migraciones y Asilo, lo vicioso que es la nueva herramienta de los “países seguros”. Son los paises hacia los que se pueden expulsar a las personas aunque no sean nacionales de allí. Las personas que vienen de Bangladesh, por ejemplo, se pueden expulsar a Egipto, una dictadura represiva.
Entre las intervenciones que nos desgranan esta implacable día día, vamos gritando consignas. El micrófono baila entre unas y otras. Gritamos en inglés o francés para que las personas detenidas nos entiendan, en farsi gracias a Safura, joven intérprete afgana, ya que muchos residentes son de este país, en italiano para que entiendan los carceleros, en castellano para nuestros fans de las redes sociales. Mirca nos explica alguna regla básica de sintaxis. El plural en “i” es el masculino y el plural en “e “ es el femenino. Por esa razón tenemos que gritar:
Siamo tutti clandestini siamo tutte clandestine
Siamo tutti antifascisti Siamo tutte antifasciste
Rifuggiati liberi / rifuggiate libere
Dudo si explicar que en francés el los sustantivos femeninos terminan en “e”, pero al ser muda, la pronunciación es la misma. “Bienvenue réfugiés” y “Bienvenue réfugiées” se pronuncian igual.
Estando delante de un centro de detención, con más de 200 activistas rebeldes, la policía vigilando, y 45 grados, a plenos sol, dudo que la explicación gramático-fonética sea pertinente, tal vez no sea ni el momento ni el lugar. Me limito a insistir en que cantemos también la segunda parte del estribillo:
1era parte que cantan las caravanistas:
“olala olélé solidarité avec les réfugiés”. Cómo podéis comprobar, la “e” tiene tilde.
2da parte que siempre cantan los colectivos Sin Papeles:
C ́est pas les réfugiés c ́est pas les imigrés c est la loi qu ́il faut changer. (no son los refugiados, no son los inmigrantes, es la ley lo que hay que cambiar). ¿Os habéis fijado bien en las tildes?
Pampa nos explica largo y tendido la situación en los CIES en el estado español y su relación con el Pacto Europeo de Migración y Asilo. “Estamos delante de uno de los eslabones más opacos de la política europea. (…) Hemos aprendido que ahí dentro hay muchísima gente que sabe organizarse y luchar, es importante que estemos nosotras fuera para que sepan que no están solas. La gente que está dentro pide que no les dejemos solos, hay que comprender que el acompañamiento también es político, no silenciar lo que hay y no dejarles solos”.
Por fin los discursos terminan y subimos al bus para volver a Trieste. Mi mano se pega a la libreta por el calor mientras escribo pero sigo. A estas alturas escribo a ciegas dentro de los túneles, dormida, mi único miedo es que Jon tenga que dar un frenazo y el ordenador se incruste en mi barriga. En la Piazza do Mundo, nos precipitamos hacia un local con aire acondicionado y degustamos una deliciosa parmegiana de berengenas y un helado de tiramisú. Sin tiempo para hacer la digestión, el bus nos sube hacia la Casa del Popolo del barrio de Sottolongera, donde escucharemos varias intervenciones. Esta Casa del Pueblo es heredera de una estructura similar que existió desde 1898 para difundir la cultura popular y hoy en día sigue fomentando la cultura, el antifascismo y todo tipo de luchas.
El lugar es agradable, simbólico, cargado historia y vibraciones revolucionarias pero hay poco espacio a la sombra.
Vamos a escuchar varias intervenciones con ese título:
Derribando muros construyendo puentes. El primero en hablar es Waffo, un joven camerunés activista de Mem Med que ha venido especialmente desde Roma donde reside para compartir con nosotras su testimonio. Es francófono, así que le voy traduciendo poco a poco al castellano, y después los compas retraducen al italiano: “Salí de Camerún en 2019 por la situación de guerra e inseguridad, atravesé Nigeria, Níger, Argelia, el desierto, tardé casi 9 meses, con mucha inseguridad. Pasé cuatro años en Túnez trabajando con mi esposa y mi hijo. He sufrido mucho racismo. Todo empeoró cuando la Italia de Meloni empezó a financiar que en Túnez expulsaran a las personas migrantes. Decidimos irnos de Túnez, y hacer la ruta mediterránea, sabíamos que no era fácil, que era un viaje de vida o muerte, pero no podía volver a mi país donde estaba amenazado. Estando en el mar Mediterráneo fuimos perseguidos por los guardacostas de Túnez que provocaron un naufragio Perdí a mi mujer que estaba embarazada, y perdí a nuestro hijo de 18 meses. Con esta lucha me gustaría llegar a una justicia verdadera, un cambio, para que nadie más pase por esa situación. Mientras traduzco su relato, intentando no perder su intensidad ni la fuerza de cada palabra, miro de reojo sus brazos en los que tiene tatuado: “la raison de vivre peut être la raison de mourir” (la razón de vivir puede ser la razón de morir).
¿Se puede vivir con ese dolor tatuado en la piel? Sí, y eso es lo que ha decidido Waffo, vivir y luchar.
Escuchamos a varias asociaciones balcánicas e italianas que nos explican sus iniciativas: difundir relatos de las personas en movimiento, recoger y difundir información en muchos idiomas para facilitarles la ruta, apoyarles con ropa y comida y, cómo Sabina Talovic acogerles en su casa. “Os voy a preguntar una cosa, ¿qué hacéis en una situación en que os llegan 80 personas y estáis sin luz, y en casa tenéis un poco de harina, aceite y un poco de mermelada? Nosotras acogemos a mucha gente en nuestras casas, sin ningún apoyo institucional y con amenazas”.
El calor es aplastante. En el público los abanicos van y vienen a buen ritmo. ¿Por qué no me abre cortado el pelo antes de la Caravana? ¿Por qué no se fabrican ordenadores con un cojín refrescante debajo, o un bolígrafo que también pueda echar agua, o una libreta que se convierta en ventilador?
Todas las intervenciones son traducidas una o dos veces: si hablan en bosnio, se traducen luego al italiano y al castellano.
Las malas lenguas pretenden que me estaba durmiendo mientras le estaba resumiendo las intervenciones en francés a Waffo.
1. No es cierto, me estaba concentrando para captar la esencia de cada relato y resumir lo mejor posible
2. No hay pruebas
3. Si las hubiera, estarían vulnerando mi derecho a la intimidad y a la protección de mi imagen
4. A ver quién iba a aguantar ese calor, seguramente que vosotras también os estabais durmiendo
5. Puedo traducir durmiendo
6. Agradezco a los compas que me trajeron agua y café para despertarme.
Mientras estábamos escuchando las intervenciones, las compañeras de “Forni en lotta,” ayudado por varias caravanistas, ha preparado cena para varias centenares de personas. Vamos a cenar en la Piazza do Mundo con los jóvenes migrantes llegados de la ruta de los Balcanes. Todas las tardes, les recibe la sonrisa luminosa de Gian Andrea y Lorena Fornasir,
esa pareja mayor que ha convertido la piazza en lugar de cuidados, de encuentro, de información, y muchas veces también de cena y baile como esta noche.
Hoy también en Barakaldo son fiestas y Agharas, la asociación de Imazhigen de Bizkaia, invita a todo el mundo a bailar con el grupo Agharasen bidean. ¿Se puede bailar un 18 de julio?
En Trieste, en Calais, en Vintimiglia, en Bihac, en Melilla, en Ceuta, en las fronteras centro- americanas, en el bosque Gurugú, en los squats ocupados por familias sin papeles en Bruselas, siempre que se pueda, hay que cantar, bailar, buscar fraternidad y sororidad en tantos lugares donde se intenta negar la condición humana a las personas. Y convertir las fechas más oscuras de nuestra historia en pequeñas victorias estratégicas y momentos de alegría.
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