La crisis climática ya está aquí. La temperatura media del planeta ha aumentado en 1,2 Cº y los impactos de este incremento no dejan de notarse en todo el mundo. A medida que aumenta la temperatura media global, aumentan también la frecuencia y la intensidad de los fenómenos meteorológicos extremos. Las olas de calor, los días consecutivos sin precipitación y los riesgos
de inundación por lluvias torrenciales son los impactos que más están afectando a la península ibérica y a otras regiones del mundo como consecuencia del calentamiento global. Impactos de consecuencias devastadoras que acarrean daños sin precedentes, como los vividos durante el reciente y trágico suceso ocasionado por las inundaciones de la DANA en nuestro país. Expresamos toda nuestra solidaridad con las personas que sufren las terribles consecuencias en València, Castilla la Mancha y en todo el planeta.
Tras 28 Cumbres del Clima, llegamos a la COP de Bakú con mucho trabajo por hacer y con las posiciones de los países muy alejadas para avanzar en nuevos compromisos. Todavía estamos lejos de asegurar un escenario climático que limite el incremento medio de las temperaturas a 1.5 Cº y evitar las peores consecuencias de la crisis climática: ahora es el momento de que todos
los países del mundo trasladen de manera convincente y ambiciosa los acuerdos alcanzados durante la última COP de Dubái a sus planes nacionales, incluyendo la descarbonización completa para 2040 en los países del norte global, así como los gobiernos regionales como el gobierno vasco.
En esta cumbre, el tema fundamental será la financiación y aquí, de nuevo, el norte global ignora sus responsabilidades históricas. Los países del sur global, que sufren los peores impactos de la crisis ecológica a pesar de ser los menos responsables, necesitan 10 trillones estadounidenses de dólares en las próximas décadas para una transición ecológica justa, pero la Unión Europea esquiva la cifra y la considera desproporcionada. Argumentan, por supuesto, que no hay dinero. Y sin embargo, hay dinero y de sobra.
Los recursos económicos existen, ya que los gobiernos de todo el mundo invierten anualmente 7 trillones estadounidenses de dólares en subsidios para los combustibles fósiles, una fuente de energía que nos hace dependientes y poco resilientes, además de ser la principal responsable de la crisis climática. En Euskadi, el Gobierno Vasco sigue financiando directamente a empresas fósiles como Petronor, y la Diputación de Bizkaia apuesta por macroproyectos como la subfluvial, que sólo promoverán la movilidad con automóviles privados. Inversiones que ahondan cada vez más en el modelo fósil para la sociedad vasca.
Al mismo tiempo la riqueza se concentra en muy pocas manos. El 1 % de la población mundial acumula más que el 95 %. Necesitamos un sistema fiscal realmente progresivo, donde quien más tiene y más contamina pague más, incluyendo un impuesto climático especial para los grandes contaminadores y la industria fósil. Frente a los intereses particulares de la minoría, debemos
priorizar la vida y la supervivencia del sur global. Por último, debemos revertir la financiación que actualmente se destina a la militarización en favor de la protección de las personas y el planeta para asegurar una transición pacífica que ponga a las personas en el centro, que asegure y detenga la pérdida de vidas humanas que se está produciendo como consecuencia de las distintas ofensivas militares en lugares como Gaza, Congo o Ucrania. Una transición ecológica justa que, además, nos permita tener ecosistemas sanos, soberanía alimentaria y energética, ciudades habitables, empleos dignos y servicios públicos de calidad.
Hoy, las organizaciones que conformamos el movimiento ecologista y social de España exigimos que nuestro país cumpla con sus compromisos y responsabilidades, y muestre la solidaridad necesaria en este momento decisivo. No tenemos tiempo para otra cumbre fracasada.
Aldaketaldia – Alianza x Clima
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