Hoy 18 de diciembre día de las personas migrantes, queremos denunciar la vulneración de los derechos humanos de las personas migrantes, a través de políticas públicas que nos convierten en ciudadanas y ciudadanos de segunda y en mano de obra barata.
Seguimos denunciando el PACTO EUROPEO PARA LAS MIGRACIONES, LA LEY DE EXTRANJERIA y las políticas públicas de los ayuntamientos que no permiten el acceso en igualdad de condiciones a todas las personas, como el derecho a padrón, y sin padrón no existes.
Hoy nos encontramos aquí para alzar la voz por aquellas personas que no la tienen, por quienes han sido forzadas por la guerra y el conflicto armado en sus países de origen a embarcarse en un viaje lleno de incertidumbres, buscando lo más básico: la posibilidad de vivir en paz.
La historia de los conflictos bélicos es una historia de devastación, de familias destrozadas, de tierras arrasadas. En cada guerra, quienes más sufren no son quienes llevan las armas, sino quienes son desplazados por ellas.
Niños, niñas, mujeres y hombres, víctimas de un sistema global injusto, se ven obligados a huir de sus hogares, dejando atrás todo lo que conocen, por la esperanza de encontrar seguridad.
Debemos reconocer algo fundamental: nadie elige ser desplazada. Ninguna persona, si tuviera opción, dejaría su hogar, sus raíces, y emprendería un camino lleno de peligros. Las personas migrantes no son una amenaza, son víctimas del sistema económico y político que perpetúa la violencia y el saqueo de recursos en sus países.
En este contexto, la xenofobia y el rechazo a las personas migrantes no solo son inhumanos, sino profundamente hipócritas. Vivimos en un mundo globalizado donde las grandes potencias intervienen en los países en conflicto, saquean sus recursos y luego niegan refugio a quienes huyen del caos que han generado.
Proponemos un enfoque distinto:
Políticas de acogida digna: Abramos las puertas a quienes buscan refugio. Demos apoyo real en educación, sanidad y empleo entre otros.
Denuncia del militarismo y el imperialismo: Las guerras no son inevitables, son el resultado de intereses económicos y políticos. Debemos señalar a quienes se benefician del conflicto y exigir el fin de la intervención extranjera en países soberanos.
Solidaridad internacionalista: No podemos quedarnos en el discurso. La solidaridad debe ser activa. Luchar por los derechos de las personas migrantes es luchar por un mundo más justo.
La riqueza cultural, el esfuerzo y la resistencia de quienes llegan enriquecen nuestras comunidades.
Defenderlas no es solo un deber moral, es una forma de luchar contra el odio que divide y debilita a la clase trabajadora.
¡Por un mundo sin guerras, sin fronteras, sin explotación! ¡Por la vida y la dignidad de quienes buscan refugio, decimos: ningún ser humano es ilegal!
Muchas gracias
Aesco, Trabajadoras No Domesticadas, Liga de Mujeres Saharuis, Ikusgai, SOS Racismo, Disabi, Rif, Ongi Etorri Errefuxiatuak
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