El Correo 1/8/2018
Cristina Garcia de Andoin Martin – Ongi Etorri Errefuxiatuak y Karabana Mugak Zabalduz
Ya no quedan serpientes de verano como las de antes, esas noticias irrelevantes que publicaban algunos diarios para llenar sus páginas durante las vacaciones. Ahora las serpientes de verano son más peligrosas. Tienen nombres como Salvini, Albert Rivera o Pablo Casado, y lenguas bífidas como Maroto, Zoido y Fernández Díaz, integrantes del nuevo equipo formado por el candidato del PP a la presidencia, conocidos por sus políticas y discursos antiinmigración.
Afirmar que no es posible que haya papeles para todos como dice Casado, es lo mismo que decir que no es posible que haya derechos para todas las personas, y por lo tanto, que muchas personas africanas no deberían existir, excepto en su condición de esclavas en las minas de coltán en África, o de esclavas sexuales en un polígono a las afueras de cualquier ciudad europea, o explotadas en el sector agrario o en el doméstico al servicio de unos pocos y viejos europeos.
No hagamos populismo ni demagogia como recomienda Casado. Lo cierto es que hay políticos que hay que tomar muy en serio cuando arengan a sus caladeros de votantes con tuits políticamente incorrectos. Y son incorrectos e irresponsables porque en el fondo señalan categorías de personas que deberían morir en el Mediterráneo o en el desierto, métodos probados que borran mejor el rastro que cualquier cámara de gas u horno crematorio, si no fuera porque hay organizaciones sociales y personas que se empeñan en salvar la política correcta, la que salva vidas, aún a costa de acabar con la propia entre rejas por salvar la ajena entre fronteras.
En la Caravana Abriendo Fronteras por Italia, entre manifestación y manifestación, visitamos hace días el cementerio de Rotoli en Palermo. Domenico Guarino, de la organización anfitriona Forum Antirazzista, se aseguró de que así lo hiciéramos. Nos desveló que Europa no sólo cierra sus fronteras, también cierra sus cementerios. Y nos habló de la importancia de reivindicar que se abran para dar descanso digno a esas vidas que no debieron truncarse, de visitarlos y llevar flores a esas tumbas sin nombre que nos recuerdan que nuestros gritos tienen sentido y nos renuevan de energía para seguir trabajando y tejiendo redes en el convencimiento de que o este mundo y los derechos humanos son para todas las personas, o simplemente, no será. Con nuestro txistu danzamos un aurresku en el cementerio de Rotoli para homenajear a esas tumbas sin nombre. Y volvimos de nuevo a bailar el aurresku unos días después en Atxuri frente a nuestros hermanos africanos supervivientes que están llegando a esta tierra este verano y que sujetaban la vida y la misma pancarta que portamos en la movilización internacional en Palermo días atrás y que dice “Itotako amets gehiagorik ez-No más sueños ahogados».
El buenismo de nuestras instituciones vascas con sus competencias de conveniencia tampoco les salvan de estar a merced de la ola que llega en este océano tan pequeño en el que la humanidad se ahoga. También en este caso, la política de la calle, aquella que molesta porque se expresa y ejerce más allá de los muros de cristal de una urna, está siendo el faro que se mantiene vigilante en la tormenta.
Si el buenismo genera efecto llamada, el malismo genera efecto expulsión y desplazamientos forzados. Es malismo hacer demagogia haciendo creer a la ciudadanía que invirtiendo más en cierres de fronteras van a vivir mejor y con más seguridad. Es malismo dar cifras inexactas como Casado para crear alarma social. Es malismo destinar nuestros impuestos a alimentar la industria de la guerra y el cierre de fronteras, a engordar monarquías autoritarias, gobiernos o desgobiernos que no garantizan los derechos humanos y a entrenar milicias y mercenarios como la UE hace en Libia. Quizá no esté bien empleado usar el término malismo, pero después de viajar por Italia, sabemos que es una irresponsabilidad y trae consecuencias nefastas, depositar el voto y la confianza en políticos que gobiernan a golpe de tuit y de golpear uno tras otro los derechos conquistados con tanto esfuerzo.
Mientras Casado anuncia triunfante su visita a Ceuta para abrazar a la Guardia Civil y la Policía Nacional que están defendiendo sus fronteras y sus libertades, que no las nuestras como afirma, hay quienes preferimos rendir homenaje a tumbas desconocidas, curar heridas, ofrecer alimento y defender la libertad de movimiento y los derechos, esta vez sí, los nuestros, es decir, los de todas las personas.
Salvinis que no salvan, malistas de sonrisa sin caries y buenistas sin soberanía. En serio, da mucho miedo la avalancha de políticos que está colonizando el planeta a base de tuits xenófobos y neofascistas. Ganas dan de echarse a la galaxia en una patera interestelar comandada por Noé para salvar el pellejo propio y lo que queda de la especie humana. Quizá no quede tan lejos el día que tengamos que desplazarnos por causa mayor huyendo de nuestra casa. Mientras Noé construye el arca, que al menos cada quien se asegure de elegir bien al compañero de viaje en próximas citas electorales, no sea que acabe Casado sin querer y que le espere un Salvini en el próximo puerto.
Pero hoy es verano, estamos de vacaciones en la playa y lo peor que nos puede pasar es que nos crucemos con una medusa o tengamos que ejercer de socorristas buenistas de alguna balsa africana de esas que salen en la tele y te hacen palidecer y perder el bronceado del susto.
Tan solo pretendíamos alertar y crear un poco de “efecto llamada” contra la xenofobia.
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