La Bestia, como se conoce al tren en que viajan como polizones los jóvenes que «no cargan dinero», pasa junto a esta casa y, esta circunstancia hizo nacer un hermoso proyecto de solidaridad
Acompañamos a la Caravana de Madres Centroamericanas de Migrantes Desaparecidos en México, desde su entrada en Tapachula el 15 de noviembre. Siete días después, siguiendo una de las rutas habituales de la migración, la Caravana llega hasta el albergue de Las Patronas. Un lugar especial en el tránsito de la migración pobre en México.
La Bestia, como se conoce al tren en que viajan como polizones los jóvenes que «no cargan dinero», pasa junto a esta casa y, esta circunstancia hizo nacer un hermoso proyecto de solidaridad.
En una mañana del año 1995 regresaban a casa las hijas de Doña Leonila Vázquez con el pan y la leche que su madre les había mandado comprar.
Al llegar a las vías del tren tuvieron que esperar para cruzar y , desde los vagones donde van encaramados los migrantes les gritaron: regálame pan, tenemos hambre. Y así desde varios vagones. Al principio las muchachas adolescentes dieron un paso atrás, dejaron pasar un vagón y otro y otro pero antes de que pasara el último ya habían dado su pan y su leche a los jóvenes migrantes.
Llegaron a casa temiendo una regañina de su madre pero eso no ocurrió y, desde ese día, Doña Leonila Vázquez y sus hijas llevan veinticuatro años preparando bolsas de comida que entregan, con pericia de profesionales de avituallamiento del ciclismo, a quienes se cuelgan de los vagones para recogerlas sobre la marcha.
Conocidas ya en el mundo solidario como Las Patronas, estas mujeres cocinan y reparten a diario entre cien y doscientas comidas, según el número de viajeros que les comunican horas antes desde otro punto del recorrido.
Como es de suponer el proyecto ha trascendido al ámbito familiar. Primero fueron las hermanas de Leonila las que también se incorporaron, luego otras casas del vecindario. Hoy Las Patronas es un albergue donde no solo se preparan comidas sino donde pueden quedarse a reponer fuerzas los migrantes en su camino hacia el norte.
Las que fueron hijas, han pasado a ser las responsables de este proyecto y, después de siete años de hacerlo con sus medios, cuentan con apoyo de voluntariado y fondos de organizaciones solidarias.
Para un migrante irregular que hoy quiera pasar a EEUU, ponerse en manos de los traficantes de personas puede ser malo, y hasta muy malo, pero aún es más peligroso no hacerlo. El tránsito por México para los migrantes pobres «no traficados» –que por su falta de recursos viajan fuera de las redes de tráfico– se hace, en muchos casos, como polizones en el tren de La Bestia formando pequeños grupos para protegerse. En la hora anterior al abordaje los grupos se juntan, se dan ánimos, la adenalina se hace presente, se teje una solidaridad para la supervivencia que puede durar el trayecto del día o hacer compañeros de ruta; pero se adivina muy intensa, una especie de comunión que les conjura para el éxito de su propósito, saben que dependen unos de otros.
El momento de abordar el tren es peligroso, es de noche y el suelo irregular, en el trayecto, en las pequeñas plataformas entre vagones, las condiciones son muy duras, el frío ahora en invierno a la intemperie, con poca ropa y sin mantas que tuvieron que abandonar escapando de la Policía días atrás, con sed y hambre porque los trayectos pueden ser de muchas horas o verse interrumpidos a los pocos minutos por la persecución sistemática de diferentes policías que les roban el poquísimo dinero que llevan, su documentación y pertenencias; por la intervención de los garroteros (seguridad privada del tren) así llamados por llevar una garrota y golpear a los jóvenes migrantes, a los que apedrean y tratan de tirar del tren incluso en marcha; por último la actuación del Instituto Nacional de Migración, el más temido, ya que implica la deportación; lo peor que le puede ocurrir a un migrante que ha sufrido lo indecible para llegar hasta aquí.
Norma Romero Vásquez, una de aquellas jóvenes adolescentes es hoy la coordinadora de Las Patronas, «aquí no hay muros y no existen las divisiones que los seres humanos han creado».
La tarea de solidaridad que realizan las Patronas es una muestra de resistencia al modelo neoliberal, se lucha por llevar derechos a estos espacios de no derecho –como son las rutas migratorias– que genera el neoliberalismo para paralizar al conjunto de sociedad ante sus políticas de privatización de recursos.
Norma despidió a la Caravana de Madres Centroamericanas asegurando «entendemos su dolor. Estamos con ustedes, seguiremos estando con ustedes, y si ustedes no se cansan, nosotras tampoco nos vamos a cansar». Después de veinticuatro años podemos creer sus palabras.
GERMÁN GARCÍA, DIDA MARÍN Y VÍCTOR POZAS
ONGI ETORRI ERREFUXIATUAK – CARAVANA ABRIENDO FRONTERAS
Publicado en Naiz
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