Todavía hoy permanecen frescas en nuestras retinas las imágenes del infierno de Moria. Un incendio previsible que arrasó el campo donde se hacinaban en condiciones incompatibles con la dignidad y la salubridad alrededor de 13000 personas. Cuando se inauguró hace 4 años su capacidad estaba pensada para 3000. Hoy vemos cómo ni las llamas han podido cambiar las vidas de estas gentes. Ya han levantado otro campamento en un lugar todavía más inhóspito y vallado con concertinas en el que vuelven a estar confinadas. Y mientras, los gobernantes de Europa se reúnen para dictar su sentencia. El resultado de este encuentro se plasma en un endurecimiento de las políticas migratorias y un avance de las propuestas de la derecha más extremista. Todo permite augurar que habrá más Morias de la vergüenza.
Estamos hoy aquí para apelar a la conciencia de las buenas gentes. No podemos seguir mirando para otro lado. Esta tragedia nos interpela y nos hace ver que estamos concernidas por ella. Tenemos el deber de denunciar las políticas inhumanas de los gobiernos. Europa se blinda con vallas y lugares de no acogida para intentar frenar un derecho básico de la humanidad: el de buscar un lugar en el que poder vivir dignamente, educar a sus hijos e hijas y aportar a la comunidad con su trabajo honrado.
Para estas alturas ya deberíamos de tener claro que nadie podrá impedir los flujos migratorios, por muy altas que sean las vallas que se levanten. El movimiento de las personas a través del planeta Tierra es la Historia de la Humanidad.
Aunque el drama reciente ha tenido como protagonista el crepitar de las llamas, no olvidamos a los que este año también han entregado sus vidas al mar. Un año más queremos rendir homenaje a las 500 personas fallecidas en el Mediterráneo hasta el pasado mes, así como a las al menos 200 personas subsaharianas que dejaron la vida en una travesía de alto riesgo en su intento de alcanzar las islas Canarias desde Mauritania y Sahara. Se lanzaron al océano en viejos cayucos de madera, sin instrumentos de navegación y con motores de nula fiabilidad. Algunos cadáveres fueron recogidos convertidos en “un saquito de huesos”, según palabras de quienes los encontraron. No se sabe el número real de desaparecidos durante el 2020. Lo que sí se sabe es que en la medida en que se hace más inviable el Mediterráneo, muchas personas subsaharianas eligen el océano.
A todas estas dificultades hay que añadir el COVID 19, que se ha convertido en una amenaza adicional para las migraciones. El cierre de fronteras deja a miles de seres humanos frente a su ansiado destino. Sumamos nuestras voces reclamando sus derechos:
NO MÁS SERES VARADOS A LAS PUERTAS DE EUROPA. ESA EUROPA DE LA QUE HAN OÍDO DECIR QUE ES LA INVENTORA DE LA NOCIÓN DE LOS DERECHOS HUMANOS, CUNA DE LAS LIBERTADES Y DE LA FRATERNIDAD.
EXIGIMOS AL GOBIERNO ESPAÑOL Y AL GOBIERNO VASCO FIRMEZA PARA PARTICIPAR EN LA REUBICACIÓN EN CONDICIONES DIGNAS DE LAS VÍCTIMAS DE MORIA.
No olvidemos que MIGRAR ES UN DERECHO, NO UN DELITO. ONGI ETORRI ERREFUXIATUAK
Playa de Ereaga, Getxo – Domingo 27-sep-2020
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