El 6 de agosto despertaron con mangueras a unos jóvenes migrantes que dormían en la cancha de Atxuri, en Bilbao. Un atropello ya recurrente. Dos días más tarde murió ahogado en el Bidasoa Abdoulaye Koulibaly, nacido en Guinea Conakry, en tránsito hacia Nantes donde tenía familia. No había cumplido diecinueve años.
El PNV y PSE, que sostienen el Gobierno Vasco y el Ayuntamiento de Bilbao, actúan como si no hubiera conexión en estos hechos. No ven la secuencia que comienza con el desprecio a los derechos humanos que implica el desalojo de los puentes y canchas con métodos expeditivos y acaba con un ahogado en las aguas del Bidasoa. No quieren ver que el cúmulo de agravios, trato indigno, desatención, abandono… contribuye a empujar a un joven a lanzarse al Bidasoa para poder seguir su camino, aun a riesgo de perder su vida.
Son incapaces de ponerse por un momento en su piel. Su piel, una presencia constante desde que ponen un pie en Europa, que les hacemos presente en cada momento de su deambular durante el día y que cuando se retiran a descansar, donde pueden por fin abstraerse y sentirse personas iguales a las demás envueltas por la oscuridad de la noche, encuentran que les roban ese sueño al haberles sido robada su cama de cartón; o no duermen tranquilos temiendo que les levanten unos chorros de agua fría y agua vertida en su cara con una botella por unos guardias obedientes a sus amos y desobedientes a su conciencia, o sin conciencia.
El alcalde de Bilbao que llegó a la alcaldía con un perfil de persona con sensibilidad social ha cambiado aquella fragancia por el olor a incienso y el boato cardenalicio, tan alejado del mundo de quien duerme sobre cartones. Una prueba más de la insensibilidad adquirida en el cargo es la última decisión de suspender durante la segunda quincena de agosto el servicio de desayuno que el SMUS presta a personas sin techo. Para sonrojo del Ayuntamiento, vecinos del barrio de Atxuri se organizan para prestar esta atención.
El lehendakari, en su debate con Vox en el Parlamento Vasco el 28 de mayo, pronunció palabras muy pertinentes al considerar una obligación de las instituciones públicas atender a las personas que migran en busca de un nuevo futuro y afirmar que la postura del Gobierno Vasco va a ser «primar la premisa básica de la ética universal, el compromiso con los derechos humanos, y maximizar la colaboración entre todas las instituciones y asociaciones para responder de la mejor forma a esta realidad».
El lehendakari parece ser víctima del mal de los «hechos alternativos», característico de la Administración de Trump. Presenta en el Parlamento Vasco una «realidad alternativa» ya que ni responde debidamente a las obligaciones de acogida en las que tiene competencias ni se conoce ninguna colaboración del Gobierno Vasco con el Ayuntamiento de Bilbao para acabar con el hecho real del hostigamiento a los jóvenes migrantes sin techo para desalojarles de los lugares donde pasan la noche.
En relación a las muertes en el cruce de la frontera, no me parece coherente el interés de los representantes institucionales en dejar constancia en los medios de sus lamentos protocolarios. No hay juicio de valor sobre los sentimientos de estas personas en esta afirmación, pero, en su calidad de representantes de las instituciones, sus condolencias suenan hipócritas. Si, como afirman, la muerte de Abdoulaye y, tres meses antes la de Yaya, son consecuencia del cierre de fronteras, tendríamos que haberles visto promoviendo la apertura de las mismas.
Ante el ahogamiento del joven Abdoulaye, el director de Migración y Asilo del Gobierno Vasco se pregunta: ¿por qué para perseguir una vida digna hay que jugarse la vida? La respuesta a esta pregunta está en las normas de la UE, cuya versión futura puede leer en la propuesta “Un nuevo Pacto Europeo de Migración y Asilo”. El Gobierno Vasco considera esta propuesta un «nuevo paso hacia la construcción de un marco europeo, actualizado y con visión de futuro, para la gestión de la migración en una Unión Europea solidaria y sostenible» por todas las instancias de defensoras de los derechos de las personas migrantes se valora como un retroceso respecto de la normativa actual.
Lo dicho sobre el PNV es aplicable al PSE con quien gobierna en coalición. José Antonio Santano, alcalde de Irún por el PSE, ante la muerte Abdoulaye declaró que «aquí hay una política migratoria europea, que es la que tiene que cambiar». Mientras tanto Josep Borrell, miembro de la CE y del PSOE, visita los países como abanderado del Nuevo Pacto sobre Migración y Asilo y Marlaska burla la ley en las devoluciones de menores a Marruecos.
¿Por qué lloráis sus muertes si en vida les matáis un poco cada vez que mandáis vuestros guardias con mangueras y les priváis del descanso mojando sus camas de cartón y tirando sus mantas y mínimas pertenencias a la basura?
Germán García Marroquín, de Ongi Etorri Errefuxiatuak
Publicado en NAIZ el 19 de agosto de 2021
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