Acaba el año 2021 y es tiempo de hacer balance, de contar cómo vamos por aquí. Estos dos últimos años en el nuevo “almacén”, en la Parroquia María Reina de Santutxu (gracias y gracias a la Parroquia), han sido muy duros para las personas migrantes, sobre todo esa gran mayoría que vive (si eso es vivir), duerme, en la calle.

Debido a la situación sanitaria decidimos extremar las precauciones, para ellos y ellas y para nosotras. Hemos hecho algunos cambios en la distribución del espacio: sacamos la ropa lo más cerca posible de la puerta para que no tengan que adentrarse mucho en las distintas aulas, ya que es un sótano con mucha humedad. También intentamos no coincidir demasiadas personas (voluntarias y usuarias) en un mismo espacio, para mantener, en lo posible, la llamada “distancia social”.

Además de los cambios en cuanto a espacio, hemos modificado el calendario y ahora abrimos todos los sábados. Es más fácil para los chicos que estudian y para las mujeres y familias que pueden acudir con sus pekes. Ha habido de media unas 200 visitas cada mes, y ha aumentado mucho el número de mujeres con niñas y niños.

Nuestro equipo de voluntarias y voluntarios está consolidado y cubrimos los turnos con mucha tranquilidad. Y se han incorporado al grupo 5 personas migrantes que facilitan muchísimo la comunicación. Estamos contentas.

Después del verano tuvimos un momento de apuro porque se nos acababan las prendas de abrigo, mantas, tiendas, pasta de dientes, toallas… Pero las redes de solidaridad son extensas y se han movilizado: la propia parroquia de María Reina y otras de Santutxu, Institutos de Fadura, Eskurtze, Erandio, la Escuela de Ingeniería… grupos de Cantabria, Azpeitia, Plentzia, Zorroza, Trapagaran, Arrigorriaga, Zaporeak, Banco de Alimentos… Eskerrik asko benetan.

Igualmente son muchas las personas que se acercan al almacén a título personal para dejarnos ropa y vamos a hacer una hoja explicando qué hacemos, para quién es este almacén y quiénes somos Ongi Etorri Errefuxiatuak.

Debido a todas las donaciones este último mes ha sido frenético: transportar, clasificar, ordenar… pero otra vez tenemos un poco de todo y los chicos, mujeres y pekes pueden coger lo que necesitan.  Pensamos que esto es también cuidar la vida. Aquí seguimos, y seguiremos, peleando desde distintos y complementarios lugares.

Porque desde un húmedo sótano de Bilbao también se puede intentar cambiar el mundo.