Un grupo de estudiantes está haciendo el Camino de Santiago. Van sin reservas previas en
albergues, llevan tiendas para dormir en el campo, en cualquier lugar que les permita cada
noche tumbarse a contemplar las estrellas. En su paso por Bilbao les sorprende uno de esos
aguaceros imprevistos que ocurren a menudo en estas tierras. “Está prohibido acampar…”
pero hay alojamientos económicos donde dispondrán de una cama seca, limpia y cálida,
aunque no puedan ver las estrellas.

Una familia centroeuropea llega a Bilbao en su autocaravana. Quieren visitar el Guggenheim, ir
de pinchos por el Casco Viejo y subir a Artxanda en el funi. “Está prohibido acampar…” pero en
Kobetamendi hay una zona especialmente acondicionada para la estancia de dichos vehículos, cerca del transporte público y con unas preciosas vistas de la ciudad.

Un chico joven llega a Bilbao después de un largo viaje en busca de un futuro mejor que el que le espera en su pueblo. Viene con lo puesto y poco más y algunas personas le brindan su
apoyo, le dan algo de ropa, un saco de dormir… encuentra un lugar donde pasar la noche, un
parque tranquilo donde no molesta a nadie ni nadie le molesta a él. “Está prohibido acampar…” pero para este joven no hay ni un lecho caliente ni un espacio privado donde
descansar. Y las únicas vistas que tiene ante sus ojos son las luces de los coches de policía que
le rodean.
E. C.