Esta historia no tiene título porque no encuentro ninguna palabra que pueda expresar a la vez el mal hacer y el dolor expresamente producido.

El 29 de agosto del 2019 llegaron, vía Chafarinas, a Melilla. Eran tres, la Amatxo y dos pequeños; una niña y un niño. En pos de la lucha contra el supuesto tráfico infantil los separaron, los pequeños al centro de menores. La Amatxo al Ceti.

Y aquí siguen, y así siguen, tres años largos, sin contacto, sin verse, sin abrazarse, sin olerse ni dormir cerquita, con la amenaza latente de que intentar algún acercamiento podría complicar el ansiado reencuentro. Y además también separaron a los pequeños, aunque aquí existe un centro de menores mixto.

A la Amatxo, que no sabe leer ni escribir, pero sabe mucho, la han acusado de falsedad documental, le han insinuado la posible adopción, la han animado a dejar aquí a los pequeños y seguir su camino sin ellos. Esos Monstruos de la Administración, pues esto también es todo legal, se sienten tan poderosos e impunes  y son tan extremadamente racistas que se atreven a hacer esas proposiciones a una madre. En su mundo cualquier futuro en una familia blanca y cristiana  es mucho más adecuado para cualquier menor, y no el continuar con sus familiares que son capaces de exponerles a esos viajes tan duros. Cómo que esa Administración a la que representan no tuviera nada que ver en que las personas tengan que tomar esas decisiones, las de viajar mucho más difícilmente que nosotras.

Una amiga me dijo una vez,  viéndome nerviosa en el cine, «tranquila que esta película es americana así que termina bien».

Y así, pero por la fuerza, el amor, la entrega y la verdad que acompaña a la Amatxo y a la buena gente que la ha acompañado, tras tres largos años de indiferencia, engaños, desprecio, falsas acusaciones y trabas de todo tipo el viernes se confirmó que los Monstruos de la Administración Pública permitirán el reencuentro y la salida de toda la familia a la península.

Pero ponen una condición, el reencuentro debe de ser progresivo, por el bien de los pequeños dicen; tras tenerlos secuestrados y separados se preocupan de que no se reconozcan, de que no se entiendan….Nada de eso se tuvo en cuenta hace tres años.
En fin, no encuentro términos que resuman ese mal hacer.Tal vez pueda ser «violencia vicaria administrativa»? Y como tal no puede quedar impune.

Y como la vida se nutre también de cositas, estos días iré con la Amatxo al puerto. A pesar de estar muy feliz, algo le preocupa. Le asustan las escaleras mecánicas.  Pues entrenaremos a tope, para que  el día de la salida no haya ningún tropezón.

Y serán felices y comerán perdices. Inchallah.

Ana Elena Altuna, Ongi Etorri Errefuxiatuak