La ofensiva rusa desencadenada en la madrugada del 24 de febrero contra Ucrania está poniendo a Europa y al mundo más cerca que nunca, en muchos años,  de una guerra total y devastadora. Los resultados ya se hacen sentir en prácticamente todo el territorio ucraniano. Y contemplamos de nuevo con indignación escenas conocidas de personas que huyen masivamente de lo que consideran zonas en peligro de ser bombardeadas o escenarios de batallas.

En estos momentos indudablemente el protagonismo belicista le corresponde al gobierno ruso de Putin, que defiende un discurso que pone en cuestión la mayoría de las fronteras actuales del Este de Europa. Y que está utilizando la fuerza militar para lograr sus propósitos. La invasión de Ucrania es un paso más. El más importante por ahora.

Del otro lado, están unas potencias occidentales que se presentan como defensoras de los derechos de las personas y de los pueblos pero que tienen una historia muy larga de atropellos a esos mismos derechos. No hay mas que recordar su historia. Los millones de muertos provocados por la política colonialista europea en América Latina, África, Indochina, India y Pakistán, Kenia o Indonesia. O las intervenciones militares estadounidenses en medio mundo, desde Vietnam a Irak pasando por América Latina,  a veces con la excusa de defender a sus propios ciudadanos.

El organismo que da unidad a todas estas potencias occidentales, el encargado de mantener su hegemonía militar y su orden económico y social es la OTAN. Una OTAN que participa activamente en este conflicto de muchas maneras. Que es una constante amenaza para la paz,  como demuestran las intervenciones militares de EEUU, la OTAN  y sus aliados en Yugoslavia, Afganistán, Iraq, Libia, Siria, Palestina, Kurdistan,Yemen, Somalia y en el Sahel, causantes de más de 900.00 muertes y más de 37 millones de personas desplazadas a la fuerza desde 2001, y que es también un agente activo en la carrera armamentista que puede llevarnos al desastre.

La invasión rusa y la presión constante de la OTAN muestran que nos encontramos ante un choque de ambiciones imperiales, de políticas de creación de espacios de influencia, de cotos cerrados para los intereses capitalistas de las diferentes potencias (EEUU, Rusia, UE…). España participa plenamente de esta política imperial agresiva.

El gobierno de España, tal vez con la intención de mostrar su arrepentimiento por la retirada de sus tropas de Irak en 2004, está llevando a cabo una política servil al servicio de los intereses de EEUU y la OTAN. El envío de buques de guerra al Mar Negro, de aviones de guerra a Bulgaria  y la presencia de militares en Letonia es una muestra de ese servilismo que no duda en participar en una escalada de tensión militar, cuyos primeros amargos frutos se están recogiendo estos últimos días.

Las propuestas de Conferencias de paz sobre Ucrania son papel mojado. España sigue sin firmar el Tratado Internacional sobre la prohibición de las Armas Nucleares auspiciado por las Naciones Unidas.

Ante esta situación queremos reafirmar las demandas que ya planteamos el pasado 6 de febrero:

– Estamos en contra de todas las guerras y en este momento exigimos la retirada de todas las fuerzas militares actualmente presentes en todos los escenarios del conflicto armado y su entorno. Y exigimos la salida de las tropas rusas de Ucrania.

– Defendemos que el método para lograr este objetivo no puede ser la guerra. La intervención militar de cualquiera de las potencias en una supuesta defensa de la soberanía de Ucrania no hará sino empeorar la situación, extender el conflicto y su cortejo de destrucción y de muerte. Ante las políticas belicistas de las “élites”, manifestamos nuestra fundada esperanza en “la gente de abajo”, en que el pueblo ruso y el pueblo ucraniano sabrán encontrar las vías para que se restablezca la paz entre sus países. Defendemos que los problemas internos de Ucrania se resuelvan sin la intervención de ninguna potencia exterior. Defendemos que las personas que están en contra de la guerra en Rusia, Ucrania y en los demás países deben tener derecho a expresarse libremente y nos solidarizamos con ellas.

– Exigimos que se preste toda la ayuda humanitaria necesaria  y que se garantice la protección de los Derechos Humanos de las personas afectadas en este y en todos los procesos migratorios. Esa ayuda tiene que darse a través de las instituciones públicas, pero nunca de forma militarizada.

– Exigimos al gobierno español que rompa con la OTAN, alianza militar que se distingue por no tener reparos  en actuar contra los pueblos europeos y del mundo para mantener su posición de bloque geoestratégico y que es una de las partes implicadas actualmente en el conflicto.

–  Y en consecuencia  exigimos la disolución de la OTAN.

– Manifestamos que los ejércitos, su rancia cultura, sus intervenciones y su armamento suponen un perverso modelo social plagado de anacrónico machismo, y son un innecesario despilfarro de recursos que deberían destinarse a cubrir necesidades sociales. Asimismo abogamos por el desmantelamiento y reconversión de toda la industria militar.

– Llamamos a la ciudadanía e invitamos a las organizaciones sociales a impulsar las movilizaciones para frenar esta escalada bélica.